«Soy Humano. Soy Judío. Soy Rabino.
En ese orden.
Entiendo mi Rabinato como un intento de llegar a las almas de las personas y tratar de abrirles la puerta de acceso hacia la espiritualidad y el significado a través de la práctica del Judaísmo.
Concibo mi ser Judío como mi forma singular de llegar a la espiritualidad, eligiendo ser parte de un Pueblo, cuya Historia milenaria, y sus sueños mesiánicos, están basados en costumbres y tradiciones particulares que reflejan valores e ideales Universales.
Reconozco en el Judaísmo mi propia y singular manera de ser humano. Elijo ser parte de esta aventura y asociarme en el tremendo desafío de intentar corregir y mejorar este Mundo, y hacer de él, un lugar más vivible. El Judaísmo es la respuesta humana a ese llamado Divino.
Veo la Ética como una condición necesaria y anterior a toda Religiosidad. Para mí, es un paso obligatorio. No se puede acceder a la dimensión vertical, sin atravesar la horizontal. Todo el Mundo es sagrado. La Creación es imperfecta y está inconclusa. Somos socios de D’s en esta tarea sagrada de Tikún Olam.
Vivo con alegría los contenidos Nacionales Judíos: El Estado de Israel, El idioma hebreo, y el folklore con sus melodías, colores y sabores en todas sus diferentes manifestaciones, con el orgullo de ofrecerlo a una Humanidad confundida y enceguecida por el pseudo-exitismo, el consumismo, la anarquía de lo visual y el poder en sí mismo.
Accedo a la espiritualidad desde un punto que está más allá del conductismo religioso de lo permitido y prohibido. Es el punto de unión entre lo humano con lo divino: el de la sensibilidad, el amor y los valores proféticos eternos de Libertad, Justicia y Paz. »
Rabino Darío Feiguin